Por LEONARDO CABRERA DÍAZ
En todas las actividades en las que participamos, bien sean estas de trabajo, de negocios, familiares, amistosas, sociales, culturales, deportivas, religiosas o políticas, en fin, sin importar su índole o carácter, es muy probable que tengamos un ingrato sentado a la mesa.
Y es que la ingratitud subyace en los hombres, es algo innato, que corre en su torrente sanguíneo como una semilla infernal que, aunque no en todos los seres humanos llega a germinar y a crecer, si, lo hace de manera preponderante en una gran parte de la población.
Es tan así, que el pecado que más aflige a nuestro Creador, es la ingratitud, él, la sufrió en carne viva.
Uno de los tantos episodios que relata la Biblia, en los que la ingratitud se pone de manifiesto está en Lucas 17: 11-19 Reina Valera, la cual comparto a continuación.
11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos
13 y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios, a gran voz,
16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?
18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?
19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Hoy por hoy, la ingratitud anda por sus fueros, creciendo como la verdolaga, a diestra y siniestra, resquebrajando la confianza, los afectos, echando por el suelo la moral, la ética y los principios y en la actividad política, está uno de sus mejores escenarios en donde ejemplos hay de sobra.
Y mi natal San Cristóbal no se queda atrás, hay que sacarle su plato aparte, hay algunos ingratos sentados a la mesa, y pa colmo de males, no se quieren parar de ella, porque les ha gustado el festín y desean seguir comiendo.
Tal como lo expresó Don Alvaro de Luna, (Conde de Castilla), para resaltar la ingratitud: «Cría cuervos y te sacarán los ojos.”