LEONARDO CABRERA
Si fuéramos a dar una definición de San Cristóbal, en que pudiéramos conjugar una por una todas sus necesidades y carencias, la más apropiada y que más se ajusta a su realidad, es que sencillamente, este es un pueblo que espera.
Un pueblo que espera el despertar de su gente y que le ruega tenga un mejor tino para elegir a sus autoridades, porque con sus actuaciones nos han hecho pensar que existen cargos y puestos electivos tanto municipales como provinciales que no tienen razón de ser.
Un pueblo que espera, una nueva buena que nos llene a todos de regocijo y orgullo, y que ésta, se constituya en los grandes y más comentados titulares de los principales periódicos, noticiarios, programas interactivos de radio y televisión, en Instagram,Twitter, Facebook, en todas las redes sociales.
Una nueva buena, que se convierta en el cuchicheo en cada esquina, callejón, calles y patios, en los parques, ciudades y campos y que vaya de boca en boca entre nuestra gente que en medio del júbilo y la alegría, corran y se abracen unos a otros, exclamando a todo pulmón «coño, por fin.»se puso el hombre un pantalón.
Un pueblo que espera, algún Chapulín Colorado, que venga a rescatarlo de la desidia de ayer y de hoy, y que rompa la piñata de las promesas incumplidas, que hambrientas, anhelan las esperanzas y los sueños de este pueblo, para su bienestar y desarrollo.
Un pueblo que espera, que desde hoy en las noches por miedo al cuco, no puedan conciliar el sueño y se espanten sudorosos, los que tienen el deber y obligación, de salir al frente y dar la cara, para que en San Cristóbal, evolucionemos y demos pasos de avances, para no seguir por debajo del punto cero.
Un pueblo que espera, a decir verdad, con pocas esperanzas, porque tal parece siempre ha cometido el error de poner la iglesia en manos de Lutero, y hoy, con los ojos aguados y puños cerrados clama por sus buenos hijos y voz en cuello, reprocha…pero me van a dejar morir, desgraciados indolentes.