Por LEONARDO CABRERA DIAZ
El presidente Luís Abinader, ha sido categórico en afirmar que la República Dominicana, no es la solución de la caótica situación por la que atraviesa el vecino país, Haití. Así lo ha expresado aquí, allá y acullá, en todos los escenarios en los que ha tenido la oportunidad de tratar ese tema .
No obstante, nuestro país vive bajo el fuego cruzado, de fuerzas externas e internas, los Guacanagarix del patio, y en ese sentido, cada vez, son mayores y constantes los esfuerzos que realizan para intentar doblarnos el brazo, quebrantar la Nación soberana y el peligro acecha al menor descuido nuestro y hasta sin descuido.
En ese tenor, el primer mandatario ha reclamando a viva voz la intervención internacional, como única vía eficaz para controlar los niveles de violencia en que está entrampada esa Nación, producto de las acciones vandálicas de los grupos armados que han tomado bajo su poder varias ciudades y poblaciones haitianas.
Sin embargo, la palabra intervención, en ninguna de sus formas, al parecer no está en la agenda de las grandes potencias ni de los organismos internacionales que, en otras ocasiones y por cualquier «quítame esta paja», pretextos o excusas, han sido muy ágiles para meter más que sus narices, si de resguardar sus intereses se trata.
Todo indica que con Haití, hay otros planes y propósitos que nos incluye a nosotros los dominicanos, que podrían ser las causas y los motivos de la parsimonia mostrada hasta ahora, como si se esperara un punto equis, de acuerdo al algún guión bien diseñado al respecto.
En tanto, la presencia de haitianos indocumentados o ilegales, cada día es más evidente y notoria en nuestras ciudades y campos, en pocas palabras, están en y por todas partes, a pesar de los «operativos» que para detenerlos y luego deportarlos a su país, realiza la Dirección General de Migración.
Otro aspecto, altamente preocupante es que en nuestros hospitales, casi el 33 por ciento de los recién nacidos, son hijos de parturientas haitianas, esto no pinta bien, al paso que vamos, con muro o sin él, no hay que ser un genio en matemáticas para saber que pronto ,seremos los menos.
Se requiere pues, un compromiso país. Un abrazo a la Patria de todos; sin poses políticas, sin verdades ni mentiras a medias, sin altisonantes palabras de un histrionismo aprendido. Dominicanos unidos, aún estamos a tiempo de inspirarnos en nuestro prócer cuando exclamó:
«Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria.“ — Juan Pablo Duarte.
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Leonardo Cabrera