Mala la noticia que nos acaban de dar: la peligrosa variante Delta ha debutado en el país cobrándose su primera víctima mortal y extendiéndose furtivamente a cuatro de las provincias más pobladas.
A la franca, hay que prepararse para afrontar sus consecuencias porque en mal momento admitimos la realidad: estando a las puertas del nuevo año escolar.
Con la desventaja de que, a causa de la apertura de las actividades y el abandono de las restricciones, más una ralentización de las vacunas, el terreno ha sido abonado para un probable ataque bestial del virus, semejante a como ha ocurrido en otros países.
Ahora, más que nunca, debemos redoblar los esfuerzos para acelerar la vacunación en los esquemas de dos y tres dosis y alcanzar a la población todavía no inoculada.
Hay que pensar, especialmente, en nuestra población menor de 15 años, que pronto entrará en las aulas.
Y apurar, al mismo tiempo, la de los extranjeros documentados o no que se encuentren aquí, sobre todo los haitianos, en cuyo país también acaba de descubrirse la presencia de la Delta junto a la llamada Mu, una combinación atemorizante.